Calderón Matador, Juan: "Guantes deshabitados"
Guantes deshabitados.
Exposición "Recoger el guante" Tertulia Literaria "Rascamán"
Exposición "Recoger el guante" Tertulia Literaria "Rascamán"
GUANTES DESHABITADOS
Agustín salió de la habitación arrastrando la cruz de su tormento y la bicha de la desolación mordiéndole los intestinos. En su cabeza daban vueltas los reproches que le había hecho su esposa, las disculpas sin sustancia, pensaba él, que había esgrimido, de forma tajante, para dejarlo. Pero por qué, se preguntaba.
Tuvo que abandonar la casa. Los meses lo fueron castigando con un llanto seco que le abrió surcos en las profundidades de su cerebro. La desidia se apoderó de él, perdió el trabajo y acabó mendigando, durmiendo en los soportales de la plaza. Entre sus pocas pertenencias, la más preciada, era un par de guantes, regalo de su mujer hacía años. Cuando llegó el buen tiempo, Agustín pensó que era el momento de despojarse de ellos. Lo que descubrió debajo fue el hachazo definitivo para tumbarlo: no había manos. ¡Estoy manco, estoy manco!, repetía a gritos entre los viandantes y el llanto seco por fin se hizo de agua. Un agua espesa que lo ahogaba.
Dos años más tarde, el hombre salió del manicomio con el parte de alta entre las manos, pero seguía sin verlas. Estaba convencido de que sus guantes seguirían deshabitados para siempre.
Tuvo que abandonar la casa. Los meses lo fueron castigando con un llanto seco que le abrió surcos en las profundidades de su cerebro. La desidia se apoderó de él, perdió el trabajo y acabó mendigando, durmiendo en los soportales de la plaza. Entre sus pocas pertenencias, la más preciada, era un par de guantes, regalo de su mujer hacía años. Cuando llegó el buen tiempo, Agustín pensó que era el momento de despojarse de ellos. Lo que descubrió debajo fue el hachazo definitivo para tumbarlo: no había manos. ¡Estoy manco, estoy manco!, repetía a gritos entre los viandantes y el llanto seco por fin se hizo de agua. Un agua espesa que lo ahogaba.
Dos años más tarde, el hombre salió del manicomio con el parte de alta entre las manos, pero seguía sin verlas. Estaba convencido de que sus guantes seguirían deshabitados para siempre.
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Alburquerque, 1952. Residente en Madrid desde 1975. Galerista, Cantautor, Pintor, Actor, Escritor (Poesía, Narrativa, Teatro) Promotor Cultural. Publicaciones: 11 poemarios, 5 libros de cuentos para adultos, 3 libros infantiles.
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